jueves, 23 de abril de 2009

EN ESE COLE HAY GITANOS

En los años que llevo de docencia nunca he visto fórmula más eficaz para acabar con la matrícula de un colegio que ésta: "En ese cole hay gitanos". Es como si de golpe se hubiera hecho el mayor descubrimiento de la historia: en los colegios públicos ( no en los "otros" que ya se miran muy mucho de seleccionar y clasificar su matrícula) como en cualquier otro lugar de España hay gitanos, chinos, negros, hispanos, payos, musulmanes, evangelistas, testigos, etc.
Nunca falla, puesta en circulación la frase ya no importa si hay un buen equipo docente, un AMPA competente y responsable, buenas instalaciones, buenos recursos humanos y materiales, si el alumnado se beneficia de todo ello, etc. Alguien, en algún lugar, por algún motivo personal o no, la suelta y ...¡¡¡Adios muy buenas!!!
De nada sirve entonces la innovación educativa, la formación del profesorado, la participación en proyectos, la implicación del AMPA, etc., porque la maquinaria, una vez puesta en marcha, avanza hacia una espiral de miedo cuya consecuencia final, a corto plazo, es el cierre del centro por insuficiencia de alumnado ya que los que quedan, por supuesto gitanos que son una minoría, no son alumnado suficiente, desde el punto de vista de la administración, como para mantener el gasto que supone un centro educativo abierto en esas circunstancias.
A partir de ese momento se da una paradoja educativa muy curiosa: a la vez que se reniega de la enseñanza masificada se contribuye a saturar las aulas de otros centros para salir perdiendo todas y todos: el barrio pierde un centro educativo, el alumnado pierde calidad en su educación y las relaciones sociales tienden al deterioro ampliando la brecha racial y cultural entre payos y gitanos.
Si somos conscientes y asumimos que, desde siempre, las relaciones entre culturas ( y no sólo entre payos y gitanos) no acostumbran a ser, por lo general, idílicas, que la adaptación entre ellas suele implicar roces y que el proceso integrador se desarrolla de una forma lenta y, en ocasiones, difícil no existe motivo para abandonar uno de los aspectos principales de la interculturalidad y la pluralidad: alcanzar una convivencia basada en el respeto mutuo .
Preferimos huir hacia adelante en vez de buscar fórmulas de equilibrio entre las diferentes culturas y, con resignación, aceptamos que una simple expresión - hay gitanos- pase por encima del derecho de nuestras alumnas y alumnos a ser educados en la escuela de su barrio. Callamos y abandonamos nuestras aulas en vez de exigir, de forma contundente, a la administración que arbitre medidas serias y eficaces que favorezcan, cuando sea necesario, una convivencia sosegada entre grupos sociales que, históricamente, están llamados a entenderse guste o no.
Es verdad y no hay porque ocultarlo que en mi cole hay niñas y niños gitanos, tampoco hay que ocultar que son una minoría, y , también es verdad, que hay gitanas y gitanos por las calles por las que transito, en los bares, en las piscinas, en los ambulatorios, en los parques, en las tiendas en las que compro y, curiosamente, en todo el mundo hay gitanas y gitanos.
Igual la solución, a la cuestión de tener que convivir y encontrarnos con gitanos, pasa por abandonar este planeta al igual que se abandonan las aulas. Abandonemos, pues, el mundo hacia un nuevo planeta de payos pero eso sí, por favor, que, en el nuevo mundo, todos los payos y payas seamos iguales porque, en éste, hay payerío pudiente que no se acuerda del payerío pobre, payos que matan, que roban, que maltratan y matan a las payas e incluso que apalean a otros payos y payas porque piensan o sienten de manera diferente y , por cierto, no quiero olvidarme de que también hay "payerío marranete".
A mi humilde entender, la escuela, la pública, en la que trabajo, la de toda la ciudadania de sueldo (porque los poderosos, ricos y famosos tienen sus propias escuelas) no entiende de gitanos , payos, blancos, negros, amarillos, gordos, diversos funcionales, flacos, guapos y feos (con sus respectivos fememinos). Entiende del derecho a la educación de niñas y niños, independientemente de su cultura de procedencia, de poner los recursos al alcance de todas y todos ellos, de igualdad de oportunidades, de formar ciudadanos con valores sociales basados en el respeto, la solidaridad, la equidad y una buena dosis de espíritu crítico, no criticón, respecto al mundo en el que viven.
A lo largo de mi carrera docente han pasado por mi instrucción personas de todo tipo y condición y, todas ellas, me han enseñado que, independientemente de la cuna en la que nazcamos, todas y todos merecemos tener un lugar en esta bola que llamamos mundo.
Animo a todas y todos los que formamos la Comunidad Educativa del Marcos a que cada vez que a nuestros oídos llegue la FRASECITA no huyamos de ella, miremos a los ojos de la persona que nos la dice y respondamos, sin complejos y con una buena dosis de orgullo, que en nuestro colegio lo que hay es amplitud de miras y que lo único que nos asusta es la estrechez mental.